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PELI: «Azul oscuro casi negro» (España, 2006)

Azul oscuro caso negro (no voy a comentar el título porque es cosa muy personal del que lo puso) es la opera prima del director, Daniel Sánchez Arévalo, me ha producido sensaciones contrapuestas. Si hay que considerar con cierta condescendencia los fallos por ser la primera película del realizador y aceptar los puntos débiles como propios de la falta de experiencia, también es verdad que esta película puede ser, no obstante, el debut de un buen cineasta.

Jorge es el hijo del portero de un edificio y sus pretensiones de prosperar en la vida se esfuman la noche en la que ambos discuten precisamente sobre si éste debe suceder al padre en el puesto de trabajo. Tras la discusión, el padre sufre un infarto cerebral que lo deja en silla de ruedas y con una severa discapacidad psíquica. Tiempo después, Antonio, hermano de Jorge, le pide a éste un favor especial: que deje embarazada a su novia Paula, presa en la cárcel, con el fin de que puedan trasladarla al módulo de maternidad y evitar así la persecución de otras reclusas que suelen maltratarla. Entretanto llega de su viaje la novia de Jorge, Natalia, y esto añadirá más confusión a la situación más extraña que haya vivido nunca antes nuestro protagonista.

No he podido evitar notar muchos elementos al cine español convencional de los últimos tiempos. De alguna forma se pretende que sintamos afinidad por Jorge, al que la vida le ha puesto las cosas siempre difícil, que responde ante la adversidad con una especie de diligencia monacal cuidando  a su padre, trabajando de portero (que es lo que siempre había querido evitar) y estudiando una carrera al mismo tiempo. Su hermano Antonio es prácticamente la antítesis perfecta a Jorge. Éste es sensible, inseguro y guapo, Antonio es rudo, marrullero y feo. Si no fuera porque así se afirma durante la película, nadie diría que son hermanos. Lo mismo me inspira el personaje de Andrés con su repentina confusión sexual. Y es que cuando el espectador tiene que creer, entonces algo no va del todo bien.

No sé si seré yo sólo o si también le ocurre a más espectadores, pero los personajes jóvenes que salen en esta película en particular y en filmes que cuentan historias de adolescentes en general, me recuerdan unas a otras, me dan un tufo similar (¿Al salir de clase?). ¿Será por la estética, su forma de vestir y de gesticular que parecen todos cortados por el mismo molde? Todavía no tengo respuesta para eso, pero desde luego hay siempre algo que me da dentera: la expresión oral. ¿Qué les ocurre a los actores de nuevo cuño (y a algunos no tan novatos también) a la hora de vocalizar? ¿Es que hicieron pellas el día que daban clase de dicción en la academia de interpretación? Me parece patético y abobinable la mala vocalización de muchos actores. En Azul oscuro casi negro se salvan los actores veteranos como Manuel Morón (sólido) y Héctor Colomé (¡magistral!). No logro comprender como muchas escenas son dadas por válidas por el director cuando los actores hablan en murmullos cuasi ininteligibles o cuando vomitan del tirón sus líneas más veloz que un tren bala. Sé que los españoles tenemos tendencia a hablar muy rápido; esto me lo decían amigos extranjeros hace tiempo y yo me negaba a aceptarlo. Estaba convencido de que hablamos a un ritmo normal, como lo haría un alemán o un inglés. Pero he vivido ya varios años en el extranjero y he podido contrastar que mis amigos guiris tenían razón. En España hablamos muy rápido, demasiado, nos solemos atropellar con las frases, rectificamos a menudo produciendo un discurso mellado y atolondrado muchas veces. Y no sólo si nos comparamos con ciudadanos de otros países de Europa, sé por experiencia directa que la mayoría de hispanohablantes de América Latina hablan a un ritmo más pausado que nosotros los españoles.

A lo que iba. No dejo de asombrarme de la mala dicción de muchos actores españoles. Pero lo que más me conmociona es el hecho de pensar que si las películas españolas llegan a los cines con escenas en las que los actores hablan como en la calle, es porque los directores y productores les parece que está bien. Yo no digo que deban hablar como los actores de doblaje que son especialistas en dicción y muchos de ellos incluso cantantes profesionales que podrían dejar en evidencia hasta al más Bisbal de los Bisbales, pero sí me parece que deberían encontrar un término medio entre la expresión relajada de la calle y la expresión oral teatral. Y es que lo tienen bien fácil: que aprendan de los manueles morones, héctores colomés y compañía. Con esa forma de leer las líneas del guión y esa voz tan trabajada sí que da gusto.

Conclusión: Azul oscuro casi negro no es un mal comienzo para su director ni tampoco un bodrio al uso como nos tiene (mal) acostumbrados la Sinde y compañía. Las escenas forzadas y la pobre vocalización de algunos actores que menciono me dejan un poco frío, pero la película tiene sus momentos de tensión dramática y cómica bien logrados. Vayan desde aquí mis ánimos y mejores deseos a Daniel Sánchez.

Valoración: 3 sobre 5.