LIBRO: «La bruja», Germán Castro Caycedo

Leí La bruja bajo ferviente recomendación y, la verdad es que, de todos los libros de Caycedo que he leído hasta ahora, el que más me ha impactado sigue siendo El hueco.

La bruja es la historia de Amanda Londoño, una mujer que desde joven se siente atraída por la magia negra y la brujería y que en muy poco tiempo acumula tal renombre que es contratada por presidentes de la República de Colombia y políticos de diversa índole para que les ayude en sus problemas amorosos o de negocios. Su poder llega a ser tal, que estas personas de poder y renombre relegan sus compromisos y obligaciones para citarse con ella, convirtiéndole en una especie de consejera personal.

Al principio, Amanda, se dedica a buscar a brujos más expertos para que le enseñen todo lo que saben sobre brujería: preparación de ungüentos, salmos, ritos, oraciones, uso de objetos e ingredientes mágicos, etc. Pero sus ansias por aprender más se convierten en una obsesión y no hay día que no atienda a sus clientes preparándoles pócimas que quitan sus dolencias o que provocan el enamoramiento de la persona amada. Su obsesión por dominar todas las artes negras va todavía más allá. Averiguando entre sus conocidos encuentra brujos que le enseñan la disciplina de hablar con los muertos y, junto con un médico joven amigo suyo, se emplea en establecer contactos con los muertos a través de la tabla ouija. Confieso que esta parte pone algo los pelos de punta, pues Amanda narra en primera persona lo que experimenta en esas sesiones que, para más morbo, realiza en una casa abandonada a las afueras del pueblo. Sea cierto o no lo que cuenta, creamos en estas cosas del más allá o no, el relato que hace de esas sesiones es bastante espeluznante.

Asimismo, La bruja relata el resurgir y la caída de Jaime Builes, uno de los narcotraficantes más importantes de la década de los 80. Mediante los testimonios de sus colaboradores más cercanos, Caycedo describe las tácticas y argucias empleadas por este hombre de origen muy humilde pero de gran determinación e inteligencia que en muy poco tiempo consigue amasar una inmensa fortuna que gasta en la adquisición de innumerables fincas y negocios de Fredonia, departamento de Antioquia (Colombia), llegándose a hacer prácticamente dueño de su totalidad. La realidad parece superar aquí también a la ficción, pues no hay nada que se proponga Jaime Builes que no consiga, como cuando se enamora de la joven más hermosa del pueblo, de sólo trece años de edad, y, tras insistir y obsequiar con regalos a ésta y a su padre, inicialmente en contra de la relación, termina contrayendo matrimonio con ella. La boda es todo un derroche. La celebración dura días enteros en los que no falta en ningún momento la música (mariachis expresamente traídos de México y otros artistas de renombre), la bebida ni la comida. Tampoco los regalos ostentosos a los invitados, entre los que se encuentra el alcalde y diversos políticos importantes. El final de Jaime Builes ocurre en una comisaria a manos de la policía mexicana que, sabiendo que Builes es un narcotraficante importante, lo torturan para que revele los contactos de su red de narcotráfico, decomisar la droga y venderla luego ellos mismos. Pero para sorpresa de sus verdugos, Builes muere destrozado por las torturas sin dar ningún nombre ni revelar ningún dato.

Caycedo entrelaza estas dos historias, como viene siendo habitual en sus crónicas, mediante los testimonios de los personajes que participan directamente en los hechos. Siguiendo con la historia que da título al libro, Amanda, imbuida de lleno en las artes de brujería, comienza a darse cuenta de que cosas raras le ocurren. En muy poco tiempo pierde los favores de sus clientes más importantes, los políticos, a la vez que su clientela más modesta deja de contar con sus servicios de brujería, comienza a irle mal en la universidad y a tener problemas económicos, se ve presa de ataques de ansiedad y de pánico sin ningún motivo, pierde el apetito y dice empezar a ver como la piel de su rostro se oscurece paulatinamente. Tras acudir a numerosos médicos, ninguno consigue dar con el motivo de sus dolencias físicas, de modo que consultando a una amiga, ésta le advierte de que probablemente haya ido demasiado lejos con la magia negra y de que puede que alguien le haya echado mal de ojo. Sea verdad o no, sea más bien un trastorno psicológico derivado de esas prácticas, Amanda se sume en un estado de ansiedad y nervios fuera de lo normal, que pone en jaque sus relaciones con su marido y conocidos. Finalmente, Marta Cecilia, una monja dedicada a temas de exorcismo decide ayudarle y la envía a sesiones de exorcismo. El tercio final del libro es la narración con todo detalle de la degradación física y psicológica de Amanda y de cómo se desarrolla el proceso de exorcismo (minuciosamente contado). Esta parte es tan angustiante y tétrica como la de las sesiones de ouija que mencionaba más arriba.

La bruja es muy interesante sobre todo porque pone de manifiesto un tema no poco polémico: el que campa entre la superstición y la manipulación de las gentes, más aún cuanto aquellos que aparecen en este libro son el Gobernador de Antioquia, políticos de renombre e incluso presidentes de la República de Colombia (cuyo nombre no se cita) que cambian su agenda política en numerosas ocasiones para citarse con la bruja. Yo interpreto esta obra también como una denuncia a la credulidad y utilización de las personas aunque en ningún momento se acuse en ella explícitamente las prácticas de aquellos que se dedican a hacer brujería como medio de vida.

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Publicado el 28 octubre, 2010 en Castro Caycedo, Germán, Literatura colombiana y etiquetado en , , , , , , . Guarda el enlace permanente. 5 comentarios.

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